He de reconocer que la primera vez que escuché "Impronta" estaba tan horrorizada como fascinada. Al igual que ya ocurriera con "Cuando el destino nos alcance", muchas fueron las críticas desfavorables que tuvieron que afrontar inicialmente los granadinos; pero, también igual que en la ocasión anterior, dichas críticas han ido convirtiéndose en halagos con el transcurso de los meses y, sobre todo, de los conciertos. Yo no soy una excepción a la regla. Si la primera vez que oí lo último de Lori Meyers pensé "¿qué cojones es esto?", al mismo tiempo que "puede que no esté tan mal como parece", según ha ido creciendo el número de escuchas, los pensamientos se han trocado en "son unos genios" y "no puedo parar de escucharlos". Con más sintetizadores y arreglos que nunca, pero con la misma base pop-roquera de siempre, los de Loja se reinventan de nuevo a sí mismos, sin renunciar por ello a su sello de identidad. Muchas son las perlas que contiene su último LP, pero de entre todas ellas me quedo con "Planilandia", por su perfecta combinación de las guitarras más salvajes con el más delicado de los estribillos y por frases como éstas:
"A veces pienso que no existen todos mis complejos
Que salen de mi mente, de un recóndito lugar
Me aterra y me impide concentrarme en los recuerdos
Y convertirme en una ameba y un antisocial."
Un magnífico número 2.